“Me hubiera gustado ser camionero”: Luis Alirio Calle

Confiesa que también hubiera querido ser saxofonista, pero no tuvo la oportunidad y ahora le gustaría dedicarse a los documentales.

Un comunicador social quien lleva un largo recorrido en diferentes medios tratando de darle voz a quienes por años han permanecido mudos, ese es Luis Alirio Calle. Él comenta el pasó por importantes programas de televisión, sus experiencias y anécdotas que lo hacen un periodista humano y cercano a la comunidad. Retoma los temas de la violencia de Medellín desde su nuevo libro y se inmiscuye en el periodismo de hoy.

Luis Alirio Calle, nacido en Yarumal, en el norte antioqueño. Comunicador social de la Universidad Pontificia Bolivariana quien se ha despeñado como profesor de cátedra, periodista del periódico El Mundo, columnista de opinión en el diario El Colombiano, comentarista radial de las cadenas Caracol y RCN, presentador de televisión, documentalista televisivo, director de Noticias Telemedellín y escritor.

Entre café y café, con propiedad habla de lo que le apasiona, de un mundo donde pretende darle una vida a la realidad y humanizar lo que pasa. En medio del ruido de una ciudad que no para, da detalles, anécdotas, descripciones y emociones de lo que pasa en su razón, en ese rincón de ideas donde tiene trazado un horizonte realista del pasado, presente y futuro de Medellín.

Relator único de la decisión de Pablo Escobar de entregarse a las autoridades, el mismo narcotraficante tan temido por muchos y tan amado por otros. Una renuncia del capo más buscado, hecho que le dio la vuelta al mundo, lo transportó al centro del espectáculo periodístico y lo llevó a escribir su más reciente libro «El Día que fui con Escobar a la Catedral». Menciona además que no piensa quedarse solo con un volumen, desea dedicarle tiempo a escribir más cosas que quiere contar.

En 2007 vivió la experiencia de ser candidato al Concejo de Medellín. No ganó, sólo aprendió y reafirmó su verdadera vocación: contar, describir y tratar de elevar en la gente su nivel de conciencia.

Varios textos suyos de periodismo y ética lo llevan a ser un personaje para el cual es oportuno preguntarle sobre lo que actualmente pasa en el periodismo, la crisis y el adecuado uso de las fuentes.

Una persona abierta que no le teme acercase a la fuente, decir las cosas claras y mostrarlas sin tapujos para llevar a la gente la realidad. Un conversador original que es firme en sus ideas, quien formula con ímpetu lo que quiere contar.

La ciudad más afectada por la violencia en Colombia es Medellín. en medio de este oscuro panorama surgió un programa de televisión muy particular ¿Qué significo para usted dirigir un programa como Arriba mi Barrio?

El programa actualmente se llama Camino al Barrio, surgió por la iniciativa de la Presidencia de la República que en su momento se llamó Consejería Presidencial para Medellín, en los años 90. Los jóvenes estaban protagonizando la violencia y la estigmación más asombrosa que se haya vivido en una ciudad. Ese programa surgió con el ánimo de buscar la voz de los muchachos y por ende de las comunidades que nunca habían tenido una voz en los medios.

Yo no estuve en la primera parte de programa, en 1998 se acabó, estuvo casi un año sin salir al aire y luego a EPM se le ocurrió retomarlo y ahí es cuando entre yo con un equipo de muchachos. Si bien había pasado mucha parte de esa época del narcotráfico la cosa es que en los barrios todavía quedaba mucho por hacer y aún hoy hay mucho que contar.

Ese programa es una de las mas formidables formas de comunicación que se ha dado en alguna ciudad aquí en Colombia, debe haber experiencias en algunas partes del mundo, pero aquí me parece que es única. Es llegarle a las comunidades y legitimarlas en su esencia que es la vida, que es muchísimo mas numeroso que la violencia.

Es muy delicado trabajar con las comunidades, sumándole a esto el rumor que los periodistas son ‘los sapos’. puede comentar alguna anécdota del programa.

Camino al Barrio por su forma comenzó a ser muy respetado por los grupos armados de jóvenes organizados, a nosotros nos habrían el paso y nos respetaban, nunca nos pasó nada, con excepción de una vez. No fue posible en la zona nororiental hablar con un grupo armado de allá, por diversas circunstancias, pues como ellos no tenían mucha información pensaban que íbamos a darles dedo a ellos para joderlos, nos echaron casi a bala. Sin embargo, a los quince días hicimos el programa en el Pueblito Paisa, un lugar más o menos neutral, con los líderes de la comunidad quienes fueron allá a demostrarles a los del grupo violento que querían hacer el programa, que el programa es de la comunidad y no de ellos. Al mes o mes y medio hicimos el programa en el barrio mismo y ya no pasó nada, se habían dado cuenta que este era un programa para la comunidad y no para dale dedo a nadie.

Esta fue una experiencia sumamente enriquecedora. Estuve seis años ahí, fue uno de los espacios donde más he aprendido para que puede servir este oficio, en términos de contribuir a cohesionar la comunidad, en darla a conocer, a que la comunidad tome propiedad de si misma.

Es mucho más profundo este trabajo que el meramente noticioso, que también es un servicio que desde luego existe y habrá de existir, pero este trabajo va más allá, se mete al fondo de las comunidades.

Usted ha hecho parte de importantes cargos dentro del canal público regional Telemedellín. ¿Es difícil entrevistar al alcalde Alonso Salazar siendo su jefe?

En este oficio por más que sea el alcalde hay situaciones problemáticas sobre las que hay que preguntar, no porque sea el jefe tiene que haber miedo a las preguntas. En periodismo no se debe tener miedo frente al personaje que se está entrevistando, hay personajes más miedosos en el sentido en el que uno pueda coartarse o autocensurarse.

¿No es complicado ser independiente sabiendo que trabaja para la Alcaldía?

Nadie es independiente, podés hacerle esa pregunta a un periodista de Caracol si no se siente muy jodido cuando entrevista al presidente de la compañía porque igual depende de él y el presidente de la compañía tiene intereses a veces más fuertes porque son intereses de millones y millones que se pierden y que los va a perder es una sociedad particular. La independencia siempre está condicionada por los intereses de los dueños de los medios.

Hace poco presentó su libro «El Día que fui con Escobar a la Catedral». ¿Después de entrevistar a Pablo Escobar cualquiera queda chiquito?

Es una manera metafórica de decir cómo puede sentirse uno, pero no frente a Pablo mismo sino frente al periodismo y frente a la sociedad. Uno se siente chiquitico no por- que esté frente del hombre más peligroso y buscado de mundo sino porque está frente a una sociedad que está esperando respuestas y de pronto uno no las tiene porque no hay manera de encontrarlas ahí y porque la gente espera respuestas que son propias de sistema de justicia, no del periodismo.

Siempre he criticado el espectáculo en periodismo porque cuando se convierte en eso se desvirtúa y yo estaba en el centro mismo del espectáculo, en una dimensión que sobrepasaba lo local, lo nacional, era internacional. Para mi era una cosa complicada cuando estaba allá pensando ¿yo de qué y cómo voy a contar este rollo? porque no era simplemente decir Pablo Escobar se entregó y tales señores que eran de su equipo se entregaron también. ¿Qué más hay ahí? Fue una experiencia especialmente enriquecedora en materia de periodismo y en el factor de cómo enfrentar ese tipo de temas sin que vaya a parecer que uno está haciendo una apología y sin que uno esté poniendo la cabeza en la base misma de la guillotina.

¿Algún otro narcotraficante le ha propuesto realizarle entrevistas o reportajes?

Después de eso no. En esa época me buscaron varias veces pero por noticias asociadas a lo mismo. Alguna vez, por ejemplo, fueron por mí y me llevaron a un lugar donde estaba reunido en pleno el Cartel de Medellín porque querían denunciar algo.

El día en que se entregó Pablo se entregaron cuatro, él y otros tres. El acuerdo era que paulatinamente se iban a ir entregando los hombres del Cartel de Medellín, pero que eso era de proceso, un transcurso que implicaba una serie de vueltas para que cada uno se entregara porque no era posible que se entregaran masivamente todos el mismo día.

A dos de ellos que venían de Urabá a entregarse les montaron la perseguidora, los cazaron y los mataron, entonces el Cartel de Medellín me propuso denunciar que ahí había una falta al acuerdo y me llamaron a mí a decirme eso.

El hecho de que yo estuviese en la entrega de Pablo no es completamente que me haya elegido porque sí, porque a él de dio la gana. De alguna manera yo hice cosas para que eso sucediera, aunque pesó mucho su decisión.

Después de un intento fallido para hacer parte del Concejo de Medellín, ¿cuál es su relación con la política?

Desde lo informativo. Hoy no me quisiera volver a ver en la arena política, lo que aprendí no me gustó, o por lo menos no para mí y me di cuenta que mi puesto es en el mundo de la información.

Usted ha participado en gran cantidad de proyectos en prensa escrita, radio y televisión. ¿Qué prefiere?

En este instante prefiero el medio escrito, quisiera poder volver a ejercerlo. Lo he ejercido por ahí y de vez en cuando me piden una crónica escrita sobre algo para algún medio o para alguna institución pero la verdad es que durante el último tiempo me he centrado en la televisión.

¿Cuál es su estilo?

Mi estilo es el producto de sentir las cosas. En este trabajo no basta con que uno sepa mucho las maneras, los modos, las técnicas de trabajo. Vos podés saber mucha televisión, mover equipos, manejarlos como un experto, podés tener una redacción magnífica, una ortografía impecable, una capacidad de reacción a las cosas, pero eso no basta. Yo diría que es más importante una actitud creativa, una actitud de sentir las cosas, de sentir la realidad y de aportar a esa sensibilidad en el sentido de que al periodista no le está dado opinar cuando está propiamente informando, pero sí le está dado interpretar y eso tiene que partir de una sensibilidad fundamental en la ética.

La tendencia mía es a sentir las cosas que estoy trabajando. Si a mí me mandan para Urabá a hacer un programa o a hacer una crónica sobre los desplazados, yo trato al máximo de sentir la realidad de los desplazados no solo por lo que me dicen, sino viendo, observando, en fin, interpretando sus palabras y de ahí sale finalmente el trabajo que haga, bien sea audiovisual, de mero audio en radio o escrito.

Se habla mucho de crisis en la prensa tradicional. ¿Qué opina de esta cuestión?

De algún modo hay crisis, pero veo que simplemente estruja unas formas de ser y de hacer que llevan muchos años pero que no van a desaparecer lo esencial, la comunicación como tal.

Desde el punto de vista empresarial por ejemplo el costo del papel y los adelantos tecnológicos han afectado, pero eso no va acabar con la escritura puede que no la hayase en papel pero si en el medio virtual. Esas crisis son buenas y hacen que vengan cosas nuevas. La verdadera crisis es cuando a uno no se le ocurre nada, las dificultades es lo que hace que a la gente se le ocurran vainas nuevas, en ese sentido puede que las crisis sean buenas.

Lo que yo siento es que puede haber una crisis ética en este oficio. Este oficio cada vez más es parte de la gran industria del espectáculo y el periodismo exige una posición muy clara frente a los otros, frente al mundo y frente a uno mismo. El periodismo no es tan alegre de hacer un espectáculo con una noticia, hay que pensar que en medio de eso hay dolor, puede haber perdidas materiales y espirituales, uno tiene que conjugar esas cosas y eso se ha ido perdiendo en aras del espectáculo, en aras de una economía de los mercados que exige una rentabilidad.

¿Quién informa a quienes nos informan?

El recurso fundamental de un periodista es la fuente. Eso es lo que nutre la información, el periodista está formado para darle un tratamiento a esa información que recoge en una fuente. Empresas Públicas tiene que tener la capacidad técnica de limpiar, de mejorar, de purificar el agua que coge de una fuente que se llama la quebrada o el río. El periodista tiene que hacer lo mismo y depende de sus fuentes. Cuando yo digo depende de las fuentes el periodista no puede tener una sola fuente, para él poder ser independiente debe tener más de una fuente, ojalá el número mas grande posible, porque la verdadera independencia la da en un hecho periodístico la posibilidad de tener varios interlocutores en ese hecho.

Además de periodista, escritor y presentador, ¿qué otras cosas le gusta hacer?

A mí me hubiera gustado ser camionero, después se me quitó esa fiebre y hubiera querido ser saxofonista, no tuve la oportunidad. Dentro del periodismo yo quisiera ganarme la vida haciendo documentales y escribiendo literatura, tener mi tiempo para eso, no he podido, siempre he dependido de un trabajo, entonces ha sido difícil y no he tenido la oportunidad de decir que me dedico exclusivamente a hacer documentales para televisión porque eso no es bien pago y no es muy continuo, no tiene una secuencia como las noticias. Tendría que ser solvente por otros medios para dedicarme a eso.

¿Qué proyectos tiene actualmente?

Ya escribí un libro y me metí en la grande. Uno no escribe un solo libro, hay que escribir más, pero no porque tenga que hacerlo, simplemente siento que quiero hacerlo, quiero poder tener la disciplina para escribir más cosas que quiero contar. Por lo pronto yo quisiera otro tiempito en los medios de comunicación.

Tengo en remojo proyectos futuros de fotografía, que es otra cosa que me gusta. Tengo unos guiones para documentales que de pronto puedo sacar adelante si empiezo a trabajarlos. Pero me gustaría seguir por un tiempo en televisión con algunos programas, no noticias. Algunos programas con los que yo sé que puede uno llegarle a la gente, ayudar a dar más conocimiento, más información y a levantar un poquito el nivel de conciencia de la gente en general.

¿Por qué un no a las noticias?

Uno se satura del estrés que implica un noticiero, eso es una cosa que valdría la pena decir. Los noticieros debería liberarse de ese nivel de estrés que manejan, liberarse finalmente del prurito de la chiva. La chiva es una entelequia, no se trata salir primero que el otro, qué carajos, eso deberíamos de una vez mandarlo al carajo ya, porque eso le ha hecho mucho daño al periodismo.

Por salir primero que otro medio hemos dicho cosas imprecisas, hemos dicho lo que no es sobre personas sin confirmar lo suficientemente, le hemos hecho daño a personas y a instituciones. Lo que vale de esto no es salir primero sino salir mejor y si para salir mejor me tengo que demorar tres días, pues que el noticiero me dé los tres días.

El periodismo informativo todavía sigue cayendo en ligerezas muy grandes, muy problemáticas y muy dañinas. Eso de la chiva se tendría que acabar a mi manera de verlo y hacer periodismo más despacio, pero mejor periodismo.

El periodismo es un servicio a la comunidad y la comunidad lo que necesita es información completa, veraz, confirmada y no a la carrera porque es que la competencia me va salir adelante. Eso ya dejó de funcionar, la gente no ve eso, la gente no se pone a ver tu competencia a ver si dijo lo que vos dijiste o se pone a ver si vos saliste de segundo o de tercero para reírse de vos. Eso es un mito que tenemos que acabar con él. Porque eso sigue vigente yo no quiero volver a trabajar en noticias.

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